jueves, 29 de enero de 2009

los dos compadres

Los dos compadres
Era un día cualquiera de cualquier semana de primavera. Don Epifanio y don Epiceno se encontraron en el parque San Lázaro para compartir sus cuitas. Hoy, más que nunca, mostraban unos semblantes vivarachos. Don Epifanio llevaba una bolsa de papel de estraza debajo del brazo. Estaba cerrada en su parte superior. No se podía distinguir claramente lo que la bolsa contenía dentro. Don Epiceno, con el rabillo del ojo, trató de otear y revelar el secreto. Pero no pudo extraerle el misterio. -Estaba pensando, compadre Epifanio, que, siempre que estamos aquí, nomás hablamos de la gente y de los barrios y qué sé yo de cuántas cosas más. En «odre güeros», siempre andamos mitoteando y comadreando, como dos viejas desdentadas. ¿No lo ve usté ansina?
-Pos sí, compadre Epiceno. Pero, ¿de qué más podemos platicar? -Pos... de nosotros, de su vida, de la mía, de cosas ansina. -Pos está bien. Comencemos por su vida, pues.-¡Ay, chihuahua, y... ¿por qué no mejor por la suya primero? -No, compadre Epiceno. Por la suya primero, porque a mí se me ocurrió primero la idea. -Sí, usté fue el que dijo primero hablar de mi vida, pero yo fui el primero que dijo que habláramos sobre nuestras vidas. ¿Que no? -Pos sí, compadre Epiceno, tiene usté razón, pero yo creo que debemos primero hablar sobre su vida, porque yo fui el primero que lo dijo. Además, creo que su vida es más pintoresca que la mía.
-¡Un momento, compadre Epifanio, un momento! Si usté comienza otra vez con sus palabritas, yo me descuento y cuiteo al punto y me voy d'aquí pa'l rial. -Perdone, compadrito, y no se caldee. Además, si yo uso «palabritas», como usté acaba de decir, usté está empleando horita mismo «palabrotas». A ver si nos entendemos, pues. -Compadre Epifanio, usté es muy bueno pa' confundirme y confundir todo. Vamos despacio. Yo nomás le dije que no usara esas «palabritas» que nadie entiende. A ver, ¿qué fregaos quiso usté decir con «pintor...»?
-«Pintor...esca», «esca». Esta palabra significa que su vida de usté tiene mucho color, que es interesante, que es muy suya, diferente de otras. ¿Entiende, compadre? -Pos seguro que entiendo. Yo no necesito que usté me diga que mi vida es mi vida, y que es diferente de la vida de los otros batos. Sí, yo le entiendo todo lo que ha periqueado hasta 'horita, pero lo que no entiendo son esas palabritas rasuradas que usté usa en veces.
-Compadrito, compadrito. No se me empique por esto. Le voy a dar la razón ahora merito. Pero, primero, permítame darle un beso a mi botella de Tecate que traigo aquí, y que la pobrecita está «huérfana de cariños», como decía el otro. -Pos... bébasela, y... que le caiga bien.-Gracias, compadrito....
-Pero... si no me lo toma a mal y no se siente conmigo, compadre Epifanio, me gustaría que, aunque sea de malcriados lo que le voy a intimar, es que, pos... si es que trujo una extra, pos que, de perdida, pos que la comparta conmigo, que pa' eso soy su compadre, ¿que no? -Pos sí, compadre Epiceno, pero algo de malcriado tiene eso que dijo, aunque, pa' decirle la verdá, también lo mío es de malcriados, por no ofrecerle a usté una cerveza primero, siendo usté mi mejor compadre.
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